miércoles, 4 de abril de 2012

Cuestión de Tiempo

Al principio de los tiempos todo era Caos.

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El primer orden se estableció entre el Cielo y la Tierra. A ese primer orden establecido le siguió la descendencia del primer matrimonio de los dioses: Titán, Saturno, Cibeles, Océano, Japeto y Temis. Cada uno recibió potestad sobre un elemento diferente.

Titán, como primogénito, pretendía reinar. Sin embargo, Gea, la Tierra, sentía predilección por Saturno, y Titán accedió, tras muchas súplicas de su madre, a ceder el trono al dios del Tiempo. A cambio, sólo pidió una condición:

"El Tiempo exterminará a todos sus hijos varones, garantizando así la continuidad del reinado de mis hermanos los Titanes

Los Titanes creyeron así controlar el Tiempo y asegurar su reinado para toda la Eternidad. Lo que nunca imaginaron es que Cibeles se daría cuenta de la atrocidad cometida por Saturno. Cibeles decidió engañarle y escondió a uno de sus descendientes de las fauces de Saturno. La criatura puesta a salvo fue Júpiter, llamado a convertirse en el padre de los dioses. En su lugar, a Saturno le fue entregada una piedra envuelta en pañales de recién nacido.

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Titán reparó en el truco, y sintiéndose traicionado por Saturno, le declaró la guerra y le venció, haciéndole prisionero. Los titanes creían de nuevo haber controlado el Tiempo y tener el poder del Olimpo para toda la Eternidad. El Tiempo desapareció entonces de la Tierra, derrotado y encerrado en una prisión.

Mientras los titanes saboreaban su victoria, la criatura puesta a salvo por la estratagema de Cibeles crecía sana, robusta y fuerte en la isla de Creta. Cuando fue lo suficientemente mayor se enfrentó y venció a Titán, liberando a Saturno de su prisión, devolviéndole la Corona que la Tierra había deseado darle y encerrando a los titanes en el Tártaro.

La liberación del Tiempo, sin embargo, no supuso el final de la beligerancia entre los dioses del Olimpo. El Destino, caprichoso, había predicho que Saturno sería destronado por uno de sus hijos… y éste no tardó en recelar, precisamente, de su liberador Júpiter. El recelo y el miedo dieron lugar a una declaración de guerra que terminó con la victoria de Júpiter y el destierro definitivo de Saturno. El Tiempo había vuelto a ser derrotado…

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Y sin embargo, tal vez por la debilidad que la Tierra sentía por su hijo predilecto, Saturno encontró un sitio entre los mortales, junto al rey de la región del Lacio, Jano. Pese a su derrota, el Tiempo permaneció enseñando a los hombres del Lacio diversas habilidades. Esa fue la edad de oro y la Tierra sonreía en perpetua primavera.

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Relato extraído de “Mitología griega y romana” de J. Humbert, adornado con algunos extractos personales.

Quizá sea por el hecho de que el Tiempo nunca fue derrotado definitivamente en las historias de la Mitología Clásica. Lo cierto es que cuanto más me empeño en ganarle al Tiempo, más me olvido de que es algo que no puedo controlar. Incluso cuando parece que el Tiempo corre a mi favor… no significa que lo haga en mi contra, pero nunca lo llego a controlar. Y al igual que hizo Saturno con Jano, a quien enseñó artes y habilidades, hay otras veces en las que el Tiempo parece más generoso conmigo, como si se quisiera detener y darme más tiempo del que en realidad nos corresponde a cada uno… Después miro atrás, veo la senda recorrida, y me doy cuenta del Tiempo que ha pasado.

Otro día hablaremos del Destino.

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Y el Viajero Errante escribió en su diario: “… mientras tanto, sigamos caminando”

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